Y llegó el gran día. Ya no se puede fumar en ningún bar, restaurante ni establecimiento público de España. Que nadie se enfade, que no tengo nada en contra de los fumadores. Nunca he protestado ni he puesto pegas porque alguien fumase, pero igual que yo he estado 35 años soportando el humo de los que fumaban, ahora les toca a ellos soportar el frío de fumar en la calle. Y lo siento mucho pero tampoco comparto la idea de que la gente vaya a dejar de ir a los bares. Señores, que estamos en España, aquí cuando se crea un pueblo primero se hace el bar y después se construyen casas alrededor. ¿De verdad alguien se cree que se van a dejar de tomar los carajillos, los cafelitos con baileys o los pinchitos de tortilla? IMPOSIBLE.

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